Es probable que, al principio, una afección del cartílago pueda ser totalmente reversible, gracias a las capacidades de cicatrización de las lesiones, especialmente en los jóvenes.
Una vez que estas lesiones son muy importantes, y sobre todo a partir de cierta edad, será difícil para el organismo reparar las lesiones; la osteoartritis evolucionará, así pues, hacia una agravación, es decir, una perdida cada vez más importante del cartílago.
Esta pérdida de cartílago evoluciona clínicamente según 3 modalidades:
- una agravación lentamente progresiva en varias décadas;
- o, por el contrario, una agravación extremadamente rápida que termina con una pérdida del cartílago en 12 ó 24 meses (en este último caso se habla de “osteoartritis destructiva rápida”);
- o incluso una forma intermedia en la que la evolución está salpicada de períodos en los que la osteoartritis evoluciona de forma extremadamente rápida y, otros en los que, al contrario, evoluciona muy poco.
La osteoartritis no evoluciona de forma uniforme, sino que es imprevisible. Puede permanecer silenciosa durante mucho tiempo y no volver a manifestarse incluso cuando la articulación está muy deteriorada en las radiografías. Pero también puede agravarse rápidamente durante varias semanas, o incluso varios meses, en un estadio en el que las radiografías son casi normales. Y este desequilibrio entre el dolor y los signos radiológicos es el que hace que la osteoartritis sea tan difícil de comprender y evaluar.
¿Por qué se da este desequilibrio?
El acceso de osteoartritis traduce unas modificaciones de estructura y luego una destrucción de la superficie del cartílago, con producción de desechos.
Al principio, el grosor del cartílago sigue siendo el mismo, y las radiografías son normales. Los desechos y las enzimas de degradación liberadas son muy irritantes para las articulaciones. En consecuencia, estas últimas fabrican una mayor cantidad de líquido sinovial (del que normalmente sólo hay una pequeña cantidad), lo que permite la dilución de sustancias irritantes y la lubricación de la articulación lesionada.
Durante un acceso artrósico, estas lesiones persisten y se agravan si no se trata la articulación y/o si ésta no se pone en reposo completo o relativo (utilización de un bastón para aliviar las articulaciones portantes).
En este caso, como el cartílago no tiene su resistencia habitual, las sustancias irritantes continúan su acción de degradación del cartílago y la circulación lenta no puede realizarse correctamente. El acceso doloroso se prolonga.
Gracias al reposo de sus articulaciones durante un acceso artrósico (asociado o no a un tratamiento), éstas pueden “auto-limpiarse” y cicatrizar mejor: el cartílago recupera su firmeza de superficie. Incluso si aparece más fino en las radiografías, garantiza una función normal. Tras algunos días de tratamiento y/o reposo, podrá retomar sus actividades habituales.
La evolución se realiza, así pues, en una sucesión de accesos dolorosos separados por intervalos de una duración variable, hasta el estado de ulceración cartilaginosa. En este estadio, el cartílago ha desaparecido y una parte del hueso está desnuda, y los dolores pueden intensificarse. En ocasiones, las crisis se hacen más lentas, o incluso desaparecen, sustituidas por dolores proporcionales al tiempo de la marcha y la posición de pie.
A veces pueden transcurrir veinte años entre el inicio de la primera crisis y la destrucción del cartílago.
Sin embargo, los dolores provocados durante los accesos de osteoartritis no siempre son muy fuertes, y en algunos casos se pueden pasar por alto, lo que puede hacer que la osteoartritis se descubra en un estadio avanzado.
Es importante saber, por lo tanto, que no es normal tener dolores regulares en una articulación. Es imperativo hacer un balance con el médico lo antes posible.
Si lo estima necesario, le mandará hacer radiografías estándar que servirán para realizar un seguimiento regular.
¿Cómo progresan los signos radiológicos?
Generalmente, las lesiones radiográficas aumentan progresivamente, de forma lenta. Sin embargo, el ritmo de esta progresión puede ser muy variable. En los casos extremos, algunas osteoartritis pueden permanecer estables durante décadas, o progresar muy rápidamente hasta la destrucción completa del cartílago en pocos meses. Actualmente es difícil, o incluso imposible, predecir a qué velocidad evolucionará su osteoartritis.
Por otra parte, la evolución de los dolores y la impotencia no es sistemáticamente proporcional a la importancia de las lesiones.