Le duelen una o varias articulaciones, o en su familia hay algunas personas que padecen Osteoartritis. Por este motivo, le gustaría tener más información sobre los síntomas de la Osteoartritis y cómo realizar el diagnóstico.
El dolor
El dolor es el principal síntoma. Evaluación según la articulación afectada
Las características del dolor de la Osteoartritis son muy particulares:
- Se desencadena y aumenta con el movimiento.
- Desaparece o disminuye cuando la articulación está en reposo.
- Es menos intenso por la mañana, y aumenta durante el día, para alcanzar su intensidad máxima por la noche.
- Generalmente, molesta para dormirse, pero no suele ocasionar despertares nocturnos.
- Vuelve a aparecer cada vez que la articulación afectada se ve sometida a un esfuerzo: caminar en el caso de la Osteoartritis de cadera, subir una escalera en el de la rodilla, levantar el brazo en el del hombro,…
¿Por qué duele?
En realidad, en la Osteoartritis, lo doloroso es la reacción inflamatoria más que la degeneración del cartílago. Esto explica por qué algunas Osteoartritis indoloras se vuelven dolorosas de repente, a menudo tras un traumatismo o varios micro-traumatismos. Ya que estos últimos provocan la reacción inflamatoria dolorosa. Este dolor vuelve a aparecer al movilizar la articulación afectada para realizar el examen clínico.
¿Cómo evaluar el dolor?
Es difícil evaluar el dolor, ya que cada persona expresa con mayor o menor facilidad lo que siente: se trata de una noción muy subjetiva. Algunas personas son "resistentes al dolor" y hablan poco de su dolor, mientras que otras son más "sensibles". Para ayudar a su médico a cuantificar su sensación dolorosa, existen herramientas de auto-evaluación del dolor que puede completar usted mismo. De esta forma, puede presentarle los resultados durante la consulta.
Existen 3 principales, que son:
(Fuente: DGS)
La molestia funcional
La limitación de algunos movimientos depende sobre todo del dolor. Sus articulaciones son sensibles y tienen poca flexibilidad. La facilidad y la amplitud de sus movimientos han disminuido. Todos estos cambios hacen nuestros movimientos penosos y las tareas cotidianas son más difíciles de realizar. Éste es el caso, por ejemplo, de abrir un bote de mayonesa o subir las escaleras. En efecto, la molestia funcional corresponde a la limitación de la movilidad de la articulación afectada por la Osteoartritis.
Es variable según la actividad de la persona. Por ejemplo, la molestia de una Osteoartritis de rodilla será mucho mayor para un jugador de golf que para una persona que no haga deporte. De igual modo, un violinista se verá muy limitado por una Osteoartritis de los dedos, aunque sea ligera.
En principio, las articulaciones artrósicas no son rojas ni están calientes. Pueden estar hinchadas cuando existe un derrame de líquido (derrame sinovial), lo que ocurre con relativa frecuencia en las rodillas.
Más tarde, quizás se pueda constatar la presencia de pequeños bultitos o nódulos, sobre todo en los dedos de las manos y los pies. A la larga, los excrecencias óseas u “osteofitos” provocan deformaciones de las articulaciones, sobre todo de las manos y las rodillas. El estado general sigue siendo bueno. No hay fiebre ni adelgazamiento. Sin embargo, las lesiones artrósicas son irreversibles y, en ocasiones, a parte de las deformaciones, terminan en una rigidez que puede evolucionar hasta una impotencia parcial. Tan sólo el padecimiento de Osteoartritis de rodilla y cadera puede conducir a una minusvalía importante, que se aprecia en el perímetro de marcha, según los índices funcionales de Lequesne.
Los siguientes signos: los crujidos, los deslizamientos, las sensaciones de “enganche” y los seudo-bloqueos no tienen ningún interés para el diagnóstico, aunque pueden resultar muy molestos.