Se trata del reumatismo inflamatorio crónico más frecuente (el 0,4 % de la población). La PR afecta más particularmente a las mujeres (3 enfermos de cada 4 son mujeres). La edad media en el momento del diagnóstico se sitúa entre los 40 y los 50 años.
Cuando el paciente tiene menos de 15 años, se habla de artritis crónica juvenil. Afecta a varias articulaciones, principalmente la mano, la muñeca, la parte delantera del pie, el codo y los tobillos de forma simétrica en pocas semanas.
¿Cuáles son los mecanismos?
La poliartritis reumatoide forma parte de las enfermedades autoinmunes, pero todavía no se conocen sus causas. El organismos del paciente produce anticuerpos dirigidos contra los propios tejidos, lo que provoca una fuerte reacción inflamatoria.
El principal tejido afectado es la membrana sinovial, que se vuelve más gruesa y produce una cantidad anormal de líquido sinovial, lo que conlleva la formación de lo que se denomina el “pannus”, que destruye progresivamente el cartílago y el hueso.
¿Cuáles son los síntomas?
El desarrollo de la poliartritis reumatoide se manifiesta habitualmente mediante brotes en los que se observa:
- una hinchazón de las articulaciones;
- una rigidez de las articulaciones con un desentumedecimiento difícil por la mañana;
- la aparición, durante las crisis, de dolores permanentes que pueden despertar por la noche.
Si se produce una ausencia de tratamiento, la sucesión de estas crisis conlleva la deformación de las articulaciones y la enfermedad se propaga a otras localizaciones del cuerpo.
¿Cómo evoluciona?
La evolución natural de la enfermedad de realiza, en general, por crisis más o menos largas y de intensidad variable, alternadas con períodos de remisión (la enfermedad desaparece con el tratamiento pero vuelve cuando se deja) imprevisibles que destruyen poco a podo el cartílago y los tendones. Rara vez, asistimos a una estabilización de la enfermedad.
¿Cómo se realiza el diagnóstico?
Al principio, el diagnóstico de la enfermedad no siempre es sencillo, ya que los signos pueden evocar otras enfermedades y, muy a menudo, es necesario realizar otros exámenes complementarios (análisis de sangre y radiografías).
En la sangre, a menudo se ponen de manifiesto los signos de inflamación: aumento de la velocidad de sedimentación (VS) y de la Proteína C Reactiva (CRP), así como una discreta anemia (hemoglobina baja).
La positividad del test al Latex o la reacción al Waaler o “factores reumatoides” y la presencia en la sangre de anticuerpos anti-CCP son argumentos fuertes en favor del diagnóstico. En este caso se habla de "seropositividad para el factor reumatoide", que no se ha de confundir con la seropositividad en las enfermos que tienen SIDA, que no tienen nada que ver.
Las radiografías estándar iniciales a menudo son normales en el momento del diagnóstico, pero ya pueden mostrar anomalías articulares, especialmente en los pies y las manos.
Gracias a la IRM (Imagen por Resonancia Magnética nuclear) y la ecografía, se pueden observar algunas lesiones.
¿Cuáles son los tratamientos?
Se recetan distintos tipos de tratamientos que tienen el objetivo de aliviar los dolores, disminuir la inflamación, frenar la aparición de lesiones articulares, conservar la función articular y mejorar la calidad de vida.
Los tratamientos sintomáticos
- Los anti-inflamatorios esteroideos (cortisona) y no esteroideos (AINE) reducen el dolor y la inflamación.
- Los analgésicos alivian el dolor.
Ni unos ni otros actúan en la evolución de la enfermedad.
Los tratamientos de fondo
- Se utilizan durante períodos prolongados para disminuir la evolución de la enfermedad.
- • Son de distintos tipos y el reumatólogo (o Médicos generales, Ortopedistas, Traumatólogos, Medicos internistas, Fisiatras, Medicina de rehabilitación) escoge el más adaptado en función de la gravedad de la PR, los antecedentes y las contraindicaciones del paciente.
Entre estos tratamientos, los más recientes son las bioterapias. Actúan de forma específica en algunas sustancias liberadas por el sistema inmunitario como el TNF-alfa.
Estos medicamentos administrados por vía subcutánea o intravenosa pueden tener efectos indeseables. Por lo tanto, durante estos tratamientos es capital realizar una vigilancia médica. Se basa sobre todo en análisis de sangre periódicos.
Los tratamientos locales
También se recetan para prevenir la aparición de las deformaciones y aliviar los dolores: infiltraciones de corticoides, sinoviortesis, ablación de la membrana sinovial (sinovectomía) y cirugía (prótesis, artroplastia, reparación de los tendones).
Los tratamientos no medicamentosos
La kinesiterapia puede prescribirse como complemento a los tratamientos medicamentosos para preservar o restaurar la movilidad articular y la fuerza muscular.
La ergoterapia, recetada por el médico, enseña al paciente a realizar lo mejor posible los gestos cotidianos, que resultan difíciles por la enfermedad.
Las órtesis, que sirven para mantener e inmovilizar las articulaciones, permiten disminuir el dolor y la inflamación y, quizás, limitar la aparición de las deformaciones.